jueves, 14 de octubre de 2010
Mis hijos serán negritos
Para los que no saben estoy pasando 21 días en NYC, por eso había estado perdida, la verdad es que pensé que estando aquí iba a tener mil cosas que contar (y así es) pero estoy tan impresionada con todo que no sabía por donde empezar. Y es que no es mentira que muchas veces no entiendo lo que me pasa y en donde estoy y he llegado a hacer comentarios tan hillbillies como este:
“Me siento como en la 4 de Mayo, en Margarita” /Caminando porTimes Square/
Creo que mis ojos no dan crédito a lo que ven, teniendo en cuenta que siempre he soñado con estar aquí y en la forma en que estoy (by my own, and for a long period of time)
Hoy sentada en el metro, finalmente, supe de qué escribir y mientras lo cocinaba en mi cabeza, de regreso a mi “casa”, me pasó algo que también merece un espacio en este post. Entonces aquí les van dos al precio de uno.
I will tell you a secret.
Confieso que caminando por estas calles he llegado a sentir miedo (el mismo que siento cuando saco el Blackberry en el carro, en Caracas) porque no todo es color rosa, lo que considero que forma parte del encanto de esta ciudad.
Pero lo que más me aterra, es el metro, sobretodo de noche y más si estoy sola. Por eso, durante estos días me he dado una Upper.East.Life y he usado el taxi como mi medio de transporte diario. Sin embargo el hecho se refleja en mi NY Budget y no es nada lindo.
Pero es algo casi inevitable, cuando uno se asoma por las escaleras y no se logra ver nada alentador.
Today is the day.
Hoy decidí (bueno, en realidad fue mi cuerpo, quien pagaba las consecuencias de la salida de ayer, quien lo decidió) que iba a tener un día cero turista. Por eso me desperté al mediodía e hice el brunch dominguero tradicional, dormí toda la tarde y fui a visitar a una amiga que vive en el Village, para ayudarla a hacer tarea. Sólo habían dos detalles:
1. The Village queda lejos de mi casa.
2. Tenía que ir sola, porque mi “room.mate” tenía otros planes.
Eso significaba sólo una cosa: Metro
Si una es mujer, una puede chantajear a su mente de la siguiente manera para perder un miedo. Presten atención.
“Si te montas en el metro, te ahorras unos dólares. Si te ahorras unos dólares, hay más shopping. Mañana es Labor Day: Vas a dejar pasar esa oportunidad, Mercedes?” There you go.
Entonces lo hice, me monté en el sub sola y de noche (midnight para ser más exacta) Pagué la novatada y me perdí, pero pude respirar y controlarme para darle la vuelta a la situación. Después de todo, no hay nada más cuchi, que colapsar y que las ratas te caminen por al lado. Tengo que decir que ya soy una new yorker, que no sólo usa medios de transporte públicos relajada, sino que también camino por la calle solita y llego a donde se suponía que tenía que llegar.
After all… Es increíble salir de ese huecucho subterráneo y caliente y ver al Empire State a lo alto.
Parte 2:
Después de bajarme del metro, pasear un rato y comprar helado, me “encontraba yo” esperando el cruce del semáforo un poco atravesada, cuando un negrito casi me lleva por delante.
Entonces ocurrió lo siguiente:
Él: Carefull with those legs mamma (mirada sádica escaneando mis piernas…)
Yo: It’s ok (vete de aquí, me estoy asustando)
Él: Where’s your boy.friend?
Yo: He’s back home waiting for me (Which boy.friend? Voy camino a mi casa sola a jartar helado)
Él: Lets go get some pizza.
Yo: I can´t I have to go home (Se me derrite el helado)
Él: Well, give me a hug.
-Esta es la parte en que el ser afro.americano me abraza (lo juro por mi abuela) y sin darme cuenta, I was hugging him back.. Si, me restregué con el negrito vale. Lo peor de todo es que muy en el fondo yo estaba disfrutando ese abrazo, que fue tan largo que cambió el semáforo y todo-
C’est tout!
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